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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Poco a poco y no sin esfuerzo los tres albinos fueron sacando el carro del barro en el que se encontraba encallado y, gracias a la ayuda de Shin-Fu, que estaba atento para evitar que se pasase el camino, ya estaban en una zona más o menos sólida en la que podían trabajar sin mayores problemas.

Me voy a arrepentir de esto, pero... ¿no podrías limpiar esto un poco? O al menos la rueda. Este barro es una maldita pesadilla.

Riko miró a su cliente, no quería estropear nada más, pero en principio si usaba un Mizurappa de poca fuerza, no debería ser capaz de romper la rueda y sí debería limpiar el barro, por lo que asintió enérgico. Se acercó a la rueda, la colocó tumbada en el suelo para que no se pudiera mover hacia ningún lado y se colocó encima de la misma, para evitar que la técnica la desplazara.

Espero no liarla más... — Musitó

El Senju hizo la serie de tres sellos correspondiente y de su boca salio un chorro de agua en dirección a la rueda.


¤ Suiton: Mizurappa
¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje
- Tipo: Ofensivo
- Rango: C
- Requisitos: Suiton 10
- Gastos:
  • 12 CK
  • (Suiton 20) (multiplicable x2)
  • (Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV
- Efectos adicionales: (Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo
- Sellos: Dragón → Tigre → Liebre
- Velocidad: Rápida
- Alcance y dimensiones:
  • La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
  • La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
  • La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
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Los clones de Riko le vieron hacer una de sus ideas fantásticas sin decir ni media. El chorro golpeó la rueda y, claramente, limpió el barro. Pero la tercera ley de Newton es cruel y no hace excepciones, toda fuerza debe tener una igual y contraria, por lo que si el agua golpeaba la rueda pegándola contra el suelo, algo en la otra punta del chorro debería ascender. Y si esa fuerza era más fuerte que la gravedad...

Riko salió despedido hacia arriba unos metros al mismo tiempo que la rueda, libre de la presión del peso del genin, salió despedida hacia delante por el chorro de agua. El shinobi no tardó en volver al suelo y al volver a buscar con la mirada la rueda podría verla hundirse en el barro no muy lejos de allí, otra vez.

Shin Fu no estaba mirando, probablemente a propósito para no verle hacer bestialidades con partes de su querido carro, mientras revisaba el resto del carromato y las mercancías.
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¡Hostiaaaaaas!

El peliblanco salió volando debido a la fuerza de la rueda y ésta, como era lógico, salió despedida aunque, para suerte del muchacho no se fue demasiado lejos, por lo que rápidamente corrió hacia el lugar, haciéndole una seña a sus clones para que lo siguiesen.

Vale, sujetar vosotros la rueda bien fuerte, a ver si así no pasa nada...

Y así hicieron los clones, pusieron la rueda en posición y la agarraron fuerte, para impedir que se fuera hacia cualquiera de los lados al recibir el impacto de la técnica. El Riko verdadero, por su parte se alejó unos pasos para, cuando estuviera en la distancia adecuada, repetir la serie de sellos y que de su boca saliera despedido un chorro de agua que impactaría contra la rueda limpiándola sin romperla si tenía suerte.
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Después de intentarlo con fuerza y necesitar la ayuda de varios Rikos para conseguirlo, el shinobi consiguió la ignominiosa tarea de limpiar una rueda de todo el barro que la cubría. Mientras, el mercader había conseguido arreglar la estructura del carromato, solo quedaba apañar un poco la rueda y engañarla en el sitio que le tocaba.

Buf, venga va, a ver si podemos arreglarlo al menos para lograr que llegue a Midori. Trae la rueda.

Se limpió el sudor dejando el martillo, los clavos y las tablas de madera que le habían sobrado en la parte trasera del carro.
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Buf, venga va, a ver si podemos arreglarlo al menos para lograr que llegue a Midori. Trae la rueda.

El peliblanco asintió y le acercó la rueda a Shin-Fu, junto a sus clones que se quedaron allí esperando a ver cuál iba a ser el siguiente movimiento, aún con el remordimiento en la cabeza de lo que acababa de complicar las cosas e intentando por todos los medios ser lo más útil posible para enmendarlo.

¿Qué necesitas que haga? — Preguntó con determinación, a pesaradde no tener la más mínima idea de carpintería ni de nada que pudiera serles útil en aquel momento.
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Riko no obtuvo respuesta alguna. Shin Fu cogió la rueda que el chico le ofrecía y empezó a hacer cosas de carpintería mientras todos los Rikos miraban. Apretaba tornillos, golpeaba clavos, ajustaba bisagras y, sobretodo, maldecía por lo bajo. Al cabo de unos minutos, se levantaría, estaba acuclillado, y observaría su obra de arte.

Bien, pues... ya está, llegaremos a Minori, espero.

Acercó los caballos y los volvió a poner en posición de arranque, tirando del carromato. El Sol empezaba su retirada, es decir, que había pasado el mediodía.

Subete, a ver si podemos salir pronto de este maldito bosque.

En cuanto Riko se subiera el carro empezaría a moverse, primero lentamente hasta que saliesen del enorme barrizal, entonces acelerarían el paso cuando pisasen tierra firme. La tensión se podía palpar en el ambiente, sobretodo en la expresión de Shin Fu.
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Shin-Fu decidió que lo mejor era ignorar al shinobi mientras hacía su trabajo tratando de arreglar el carro y Riko respetó su decisión y se mantuvo callado mientras el hombre golpeaba, apretaba tornillos y demás trabajo de carpintería, esperando a que estuviera listo para poder retomar el viaje cuanto antes.

Bien, pues... ya está, llegaremos a Minori, espero.

No había tardado mucho, lo cual alegró tremendamente a Riko que, a la señal del cliente se subió al carro y comenzaron el camino de nuevo, después de aquella desafortunada parada. Pasó un rato sin ni una sola palabra por parte de ninguno de los dos, que simplemente miraban el camino tratando de evitar cualquier contacto visual.

Bueno, al final hemos podido retomar la marcha pronto. — El peliblanco trataba de romper la tensión del ambiente. — A ver si en Minori conseguimos que Koko se recupere. — diría mirando hacia detrás, donde se encontraba su compañera tumbada sin dar prácticamente señales de vida.
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Bueno, al final hemos podido retomar la marcha pronto.

Qué remedio, no era seguro quedarnos ahí ni un segundo más. No estaba nada seguro de sobrevivir a otro enfrentamiento. Ahora todo está en esperar que no se deshaga de camino a Minori.

Algo en su forma de hablar, en su expresión distante o en su tono, transmitía que no temía por los bandidos ya, temía por los destrozos que pudiesen causar los ninjas. Mientras el carro seguía hacia adelante sin dar signos de ir a reventar en cualquier momento.
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Qué remedio, no era seguro quedarnos ahí ni un segundo más. No estaba nada seguro de sobrevivir a otro enfrentamiento. Ahora todo está en esperar que no se deshaga de camino a Minori.

Riko notó como en aquellas palabras no temía no sobrevivir a los bandido, si no a él mismo, le tenía miedo, quizá justificado y, sin saber muy bien por qué, tenía la necesidad de explicarse.

De verdad, lo siento mucho, es mi primera misión de protección, se me ha ido un poco de las manos la situación, no volverá a suceder, se lo prometo.

Y entonces se centró de nuevo en el camino, mirando a todos lados vigilando que no les volvieran a atacar de nuevo y también mirando de vez en cuando el carro, con preocupación de que el apaño que Shin-Fu había hecho, reventara en cualquier momento.
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De verdad, lo siento mucho, es mi primera misión de protección, se me ha ido un poco de las manos la situación, no volverá a suceder, se lo prometo.

El hombre suspiró, más de cansancio mental que de enfado.

No te preocupes, Riko. Lo importante es llegar a casa, he tenido viajes peores que este. Y si no hubiera sido por ti, igual hubiera sido uno de esos viajes.

Siguieron el camino durante unas cuantas horas hasta que se puso el Sol, poco después de que anocheciera llegaron a Minori. Justo antes de entrar por la entrada del pueblo, Shin Fu cogió un camino que rodeaba el pueblo. Unos minutos más tarde, verían una cabaña a un lado del camino. Era una casita de madera la mar de sencilla con humo saliendo de su pequeña chimenea, con un par de ventanas y poco más.

Paró el carro en un claro al lado de la casa y la puerta se abrió, dejando ver a una joven con un niño de apenas unos meses en brazos.

¿Cariño? ¿Qué haces aquí? No te esperaba hasta dentro de un par de días.

Al final, contraté unos ninjas. ¿Puedes echarle agua a los caballos? Tengo que llevar a este muchacho shinobi al pueblo para buscar un médico para su compañera.

La mujer se alteró, revisó con la mirada a todos los presentes y se acercó a la muchacha inconsciente justo cuando su presunto marido la cogía en brazos para transportarla.

Sí, claro. Pero ¿estás bien? ¿Está bien? ¿Los caballos están bien? El carro, oh, dios santo... ¿qué le ha pasado al carro?

Estamos todos bien, pero los caballos tienen que estar muriéndose de sed. Y lo del carro, nada que no se pueda arreglar. Vamos, Riko.

Bueno, no tardes que te caliento algo para cenar.

Está bien, vamos, Riko.

Andaron el camino a la inversa hasta llegar a la puerta de Minori. Donde Shin Fu encaró a Riko con algo de tristeza en el rostro.

Bueno, considero acabada la misión. No puedo ofrecerte mi casa, porque no cabemos pero no creo que te pierdas aquí en Minori.

El hombre le pasó el cuerpo inerte de la kunoichi a Riko y, despues, se sacaría el pergamino que confirmaba que la misión había sido un exito y se lo pondría encima de la muchacha.

Muchas gracias y mucha suerte, espero que no te tomes a mal que espere no volver a vernos, creo que mi negocio no lo aguantaría.


Es muy jodido no ser inverosimil con todo lo de Koko, así que este será mi último post. No creo que sea necesario rolear nada más que esto, sobretodo con un afk. Haz un último post para explicar que vuelves a la villa y recoges el dinerito y hala, y tambien por la última página. Ha sido una misión muy trastabillada, pero como todas las que he hecho hasta la fecha, espero hayas disfrutado, y si no, disfruta de la experiencia, la de los niveles digo eh.
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No te preocupes, Riko. Lo importante es llegar a casa, he tenido viajes peores que este. Y si no hubiera sido por ti, igual hubiera sido uno de esos viajes.

Aquellas palabras, que lejos quedaban de ser algo tranquilizador, hicieron que el joven genin se sintiera algo más aliviado, al fin y al cabo era cierto que había defendido al cliente y a su mercancía del ataque de unos bandidos, aunque quizás no hubiera sido la mejor de las maneras, por lo que el peliblanco asintió y siguió con lo suyo.

El camino se hizo algo largo pero por fin, ya con la noche encima, llegaron a su destino, una pequeña cabaña de la cual se podía ver humo saliendo de la chimenea. En cuanto pararon una mujer con un bebé entre los brazos les recibió.

¿Cariño? ¿Qué haces aquí? No te esperaba hasta dentro de un par de días.

Sin lugar a dudas era la mujer de Fu-san, por lo que Riko hizo una ligera reverencia a modo de saludo en cuanto su cliente habló de él.

Está bien, vamos, Riko.

Riko asintió y antes de marcharse encaró a la mujer y, de nuevo, hizo una ligera reverencia.

Encantado.

El hombre y el shinobi entonces comenzaron a andar hacia la puerta del pueblo, donde se despidieron y el mercader le tendió el pergamino que confirmaba que había cumplido con éxito la misión, lo cual, teniendo en cuenta que se había quedado solo en el momento crucial, era algo importante al menos para él.

Lo entiendo, que le vaya todo genial. — Y se despidió con una reverencia.

Al día siguiente comenzó su camino de vuelta a casa con Koko y, cuando llegaron a la aldea, lo primero que hicieron fue dirigirse al edificio del Uzukage a reclamar la recompensa de haber cumplido con éxito la misión y, en cuanto ésto estuvo terminado, volvió a casa, tenía mucho de lo que hablar con su tía sobre lo que había sucedido en aquella misión.
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