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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Ha corrido a lo largo y ancho de Oonindo el rumor de que el último descendiente de los Soshuro, un antiguo linaje de Mizu no Kuni, está cercano a la vejez y prevee ya su muerte. Sin herederos, el señor ha decidido legar a un digno sucesor su inmensa fortuna... Una pequeña isla situada entre los países del Remolino y el Agua, conocida como Isla Monotonía.

Aquellos que se crean merecedores de tal honor deberán personarse el segundo Kazeyōbi de Flama en el puerto de La Capital, desde el cual un total de siete embarcaciones, propiedad del señor Soshuro, zarparán hacia la isla.

Pese a que el apellido Soshuro es antiguo y su linaje se remonta hasta los tiempos de las Cinco Grandes Aldeas —y más atrás—, pocos hoy día son los que conocen la familia, incluso en Mizu no Kuni. Lo poco que se habla del señor Soshuro es para atribuirle un carácter solitario y huraño, y se comenta que precisamente por su falta de interés en cuestiones sociales es por lo que carece de un heredero legítimo...

Pues bien muchachos, eso es lo que saben los pjs. Pueden haberse enterado de oídas, por algún conocido, o porque hayan visto algún anuncio (el señor Soshuro mandó recaderos a colgar carteles por todo Uzu no Kuni). La cuestión es que, al inicio de esta trama, todos debemos estar en el puerto de La Capital, esperando para embarcar en alguno de los pequeños navíos que el señor Soshuro ha mandado a recogernos.


Segundo Kazeyōbi de Flama, Verano de 217, La Capital

El día ya había amanecido cuando Akame halló por fin lo que buscaba. En principio pensó que siete barcos enviados por un rico señor serían capaces de encontrar en el puerto de La Capital... Claro que, él nunca había estado allí. Sólo el embarcadero Norte tenía capacidad para varias decenas de navíos, todos ellos con su variopinta tripulación. Hombres de piel color café llegados de los lejanos desiertos del País del Viento, rudos guerreros de semblante pálido que habían hecho la larga travesía desde Arashi no Kuni, orgullosos samurái de brillantes armaduras de Sanrō-yama...

«Por todos los dioses, no tenía ni idea de que La Capital fuese un centro de comercio internacional tan importante», pensó el Uchiha mientras pasaba junto a un gran barco mercante, del que mugrientos estibadores de hombros fuertes descargaban varias decenas de cajas repletas de exóticos productos, seguramente traídos del País de los Bosques. En efecto, La Capital hacía honor a su nombre y el puerto, incluso a aquellas horas de la tarde, bullía de actividad.

Sin embargo, no eran las especias de Kaze no Kuni, ni el acero de Los Herreros, ni la fruta de Tane-Shigai lo que Akame andaba buscando aquel día. Había viajado directamente desde Uzushiogakure rastreando un antiguo manuscrito Uchiha de —supuesto—gran valor, que en su día se le hubo escapado casi de las manos por culpa de un ceñudo granjero de Ushi. Ahora sus pesquisas le habían puesto de nuevo tras la pista del documento.

El rastro no acababa allí, en La Capital; tras perseguir el manuscrito por todo el País del Remolino, Akame había averiguado que un viejo señor de Mizu no Kuni se había hecho con la pieza. Soshuro Sadao, un ricachón solitario que vivía en una pequeña isla del mar entre los países del Agua y el Remolino. Curiosamente, por todo Oonindo corría un extraño rumor sobre aquel mismo personaje; Fortuna o desgracia, Akame había decidido responder a la llamada del señor para intentar hacerse con el documento genealógico Uchiha.

¡Al fin! —exclamó, de puro alivio, cuando vio las siete embarcaciones del señor Soshuro alineadas en un tramo del embarcadero.



Por cierto, dado que vamos a ser muchos, me veo en la obligación de reiterar que por favor respetemos el límite de las 72 horas. Porfavorsito, o esto se nos hará ETERNO.
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#2
¡Te mato!

Datsue-kun… ¡Tranquilízate!

¡Mentiroso estafador chantajista explotador inmoral sin código! ¡TE MATO! —Datsue hilvanaba una palabra con otra, sin tregua, escupiéndolas como una lluvia mortal de estrellas metálicas cayendo del cielo—. No te preocupes, Datsue. Ser shinobi no es tan peligroso como la gente se piensa —dijo con voz exageradamente pomposa y chillona, imitándole—. Son todo luces y artificios, pero tras el telón poca cosa hay más aparte de rescatar gatitos en lo alto de un árbol.

Sus ojos se encendieron con el brillo del sharingan. Lo necesitaba para apuntar mejor. Entonces, se inclinó hacia atrás para tomar impulso y, esta vez, no escupió palabras, sino un esputo de verdad. Okane anduvo listo y lo esquivó, cayendo finalmente sobre una de las katanas de la tienda de armas.

Datsue, ¡por favor! ¡Cálmate! —Okane se escudaba tras el mostrador, que usaba a modo de barrera contra el Uchiha. Cuando éste se iba a la derecha, él a la izquierda. Cuando el otro a la izquierda, él a la inversa—. Si mal no recuerdo, ¡más bien te dije que no era una decisión que debías tomar a la ligera!

¿Una… decisión? —preguntó, abriendo mucho los ojos, como si no entendiese el significado de aquel vocablo—. ¡Eso no fue una decisión, hijo de puta! ¡Era una oportunidad de negocio! ¡Cero riesgos, me dijiste! ¿Cero riesgos? —Datsue le hizo un corte de manga—. Tu puta madre cero riesgos.

Okane enseñó las palmas de las manos en alto, como pidiendo tregua.

Vamos, vamos. Seguro que no fue para tanto…

Datsue se quedó estupefacto, como si le hubiesen pegado un bofetón.

¿Qué no fue para tanto? —pegó tal puñetazo con la base del puño en el cristal del mostrador que fue todo un milagro que no se hiciese añicos—. ¡¿Qué no fue para tanto?! ¡Por Rikudo, mataron a un Jounnin en plena ceremonia, brócoli de mierda! ¡A UNO DE LOS GORDOS! ¡Y va y el recién nombrado Uzukage…! —Datsue se llevó una mano al rostro, contrariado. No sabía si reír o llorar—. Va y… ¡Y nombra Kage a la asesina!

Esta vez, el que quedó estupefacto fue el propio Okane. Cuando al fin se atrevió a hablar, su papada temblaba como un trozo de gelatina tambaleándose:

B-bueno, seguramente habría algún motivo para…

¡Al cuerno con los motivos!—rugió Datsue, tirando unas botellas de aceite que regalaban para limpiar las katanas—. ¡Que no me estás entendiendo, cabeza cuadrada! ¡Que me importan un bledo los motivos! Lo que te estoy diciendo, Okane, lo que te estoy diciendo… —respiró hondo, como una madre que intenta hacer entender a su hijo rebelde qué está haciendo mal por la vía diplomática—. Es que pienses —Datsue se dio golpecitos con la punta del dedo en la sien, de forma violenta—. Puedes hacerlo, ¿hmm? Si la nueva Uzukage, cuando aún ni siquiera tenía el poder, se carga a uno de los tipos más influyentes de la Villa, en frente de toda la jodida aldea y sin importarle un bledo todo… ¿Qué haría conmigo, si descubriese mis pequeños trapicheos contigo? ¿Eh? ¿¡Qué crees que haría con un don nadie gennin como yo!?

Okane no respondió. Todavía no habían inventado en Oonindo una respuesta para tal pregunta. No una que agradable para los oídos, al menos.

Pensaba que eras mi socio. —Pero no, claro que no lo era. Él solo había tenido una socia en la vida, y no volvería a tener nada parecido. Nunca más.

Pero si por algo se caracterizaba Okane, eso era por tener un último as guardado bajo la manga. Siempre tenía un último. Rebuscó algo entre sus bolsillos y le tendió un papel. En el título, un nombre escrito en tinta de oro:

Soshuro

Su salvación...




•••




Uchiha Datsue se encontraba en el puerto desde la primera hora de la mañana. Había madrugado —cosa impensable en él—, se había peinado para la ocasión —con dos trenzas mohicanas a cada lado y un moño arriba—, y hasta había planchado su pantalón y camiseta antes de vestírselos.

Como añadido, unos auriculares. De esos que tapaban toda la oreja y sumergían al oyente en su propio mundo de música y fantasías. Por eso, ni siquiera oyó a Akame cuando éste pasó a pocos metros de él, exclamando su suerte por haber encontrado la embarcación…
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Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#3
Los rumores vuelan rápido en oonindo. Pican y se extienden de extremo a extremo del continente según los intereses de quienes los escuchen, esparciendo las habladurías en cada país y usándola como moneda de cambio para tratos cuestionables y curiosos. Y es que noticias como aquella, en las que un viejo moribundo sin ninguna descendencia a la cual heredarle su inmensa fortuna; parece interesado en elegir a un merecido candidato para que maneje sus bienes después de su muerte, vuelan mucho más rápido aún. No hay que preguntarse el por qué.

Desde las islas del té, hasta Los Herreros. Desde los Herreros hasta Yachi. De Yachi hasta la peculiar ciudad ancestral de Shinogi-to. Todas y cada una de aquellas ciudades insignia de cada país oyeron acerca de ese hombre. Miembro de una familia con profundas raíces en el mundo actual, con antepasados que se remontan incluso hasta las antiguas cinco grandes aldeas.

Soshuro Sadao, era su nombre. Un nombre que iba a pasar por numerosas lenguas, formando porte de más de una proposición indecente.

Pero el cómo llegó aquella noticia a Kaido, ni él lo tenía claro. Pudo haberlo escuchado durante su estancia en Los Herreros, no lo sabía de su propio país. Y sin embargo, aquello no le detuvo en decidir embarcarse en aquella aventura, aunque sus intenciones no estaban puestas realmente en la fortuna de Sadao, ni mucho menos. El dinero era una posesión demasiado tribal para alguien como él.

Kaido buscaba algo más.

Y es que algo le decía que si algún día quería conocer más sobre sí mismo, a pesar de las recomendaciones de los miembros de su reducto Hozuki de no meter la nariz en vicisitudes ajenas a su voluntad, directamente ligada a los intereses de su clan; el país del agua era el lugar más indicado para hacerlo.

Era una corazonada, o algo similar. Y tendría que seguirla a toda costa.

***

Siete majestuosas embarcaciones aguardaban expectantes a la llegada de todo aquel que tuviese intención alguna de poner su mano sobre semejante fortuna. Tan variopintos personajes que era difícil discernir si todos ellos provenían desde tierras cercanas, o si por el contrario, habían llegado desde territorios tan lejos como desconocidos para un joven como él.

Nada de aquello importaba, sin embargo. Lo único que interesaba hasta el momento era poner su culo en alguna de esas embarcaciones. Y sino, nadaría hasta encontrar alguna si llegaban a zarpar sin él.

Lo tenía todo bien pensado.
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#4
No estábamos pesando económicamente hablando pro el mejor de los momentos en casa , aunque algunos pudiesen pensar que lo que me había propuesto era demasiado materialista, la verdad es que me importaba un pimiento y medio. Era una oportunidad de hacer dinero fácil y de forma rápida ya que las pocas misiones que me daban solo servían para no arruinarnos.

Llegaron hasta Tane-Shigai historias de un viejo moribundo que estaba buscando a quien dejarle toda su herencia la cual incluía un islote cerca de los dominios del País del Agua. Aquelo sonaba realmente tentador. Resulta que el abuelo solitario había citado a todos aquellos dispuestos a pelear por sus riquezas con tal de hallar un heredero. El lugar de encuentro eran los muelles de la Capital. No era excesivamente lejos de Kusagakure.

Así que el día del que se hablaba allí estuve, ante las 7 embarcaciones en el puerto de la Capital. Las distintas tripulaciones eran de lo más pintorescas, incluso me parecía divertido hasta que la exclamación de alivio de alguien que no pasó muy lejos mio captó mi atención. Sonreí al verlo mientras veía que por el otro lado, cerca de aquel muchacho otro de edad parecida se acercaba. Al parecer el anuncio atrajo a gente de todo tipo. No os imagináis hasta que punto. ¿Qué mierdas era eso? ¿Un tiburón? ¿Un abrelatas con patas? Hasta el puerto llegó un tipo con un desfiladero de sierras en vez de dientes, piel oscura y dura, es más eso no eran ¿Escamas? Un escalofrío recorrió mi espinada con violencia.


— Me cago en mi vida, ¿Eso es humano? — Exclamé visiblemente sorprendido.

Estaba atónito y fue lo único que llegue a decir mientras no dejaba de observarle, todavía cerca de la posición de Akame así como de Datsue, aunque este último dudo que llegase a oírme con las orejas completamente tapadas.
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#5
Congregada en torno a los siete barcos había una gran multitud; a ojo, Akame contó —al menos-- a cincuenta hombres y mujeres de distinta apariencia y procedencia. «Parece que la voz del señor Soshuro ha llegado a cada rincón de Oonindo», pensó mientras pasaba frente a él una pareja de mujeres de piel café y dientes blanquísimos, ataviadas con túnicas de color marrón claro y que llevaban afiladas espadas curvas en el cinto.

Confuso, el Uchiha se acercó a la muchedumbre que se agrupaba frente a las embarcaciones. Los barcos eran más pequeños desde cerca, más bien veleros que grandes buques, de tres palos y casco afilado para avanzar raudos cortando el agua. Frente a cada uno había un grupo de marineros que arreglaban los aparejos y una mesa pequeña. Tras ella, sentado en un taburete, un escriba apuntaba los nombres de quienes querían embarcarse. Como la disposición era idéntica para cada uno de los barcos, Akame decidió acercarse al séptimo.

De repente sus ojos captaron la imagen de una figura familiar y, esbozando una sonrisa socarrona, el Uchiha se acercó a su compañero de Aldea.

¡Uchiha Datsue, el Intrépido! —le gritó casi en el oído, acompañando sus palabras de un fuerte manotazo amistoso en la espalda—. Por las tetas de Gouna, ¡nunca habría esperado verte aquí! ¿Supongo que tu interés es meramente intelectual, como siempre, eh?

Ironía y mordacidad se entremezclaban en el saludo del joven gennin a su primo lejano. Cuando ya se disponía a darle otro manotazo en el hombro, una exclamación llamó su atención. Se giró sobre sus talones para encontrar a un muchacho de piel muy bronceada y melena rubio platino, con la bandana de Kusagakure. Lo que había llamado la atención del kusareño no era sino la visión de un chico de piel azulada y dientes afilados como sierras. El propio Akame se habría sorprendido, desde luego, si no fuese porque conocía de antemano a aquel sujeto ingenioso y pendenciero a partes iguales.

En efecto, kusareño —exclamó Akame, dirigiéndose al de la Hierba—. Y dicen que responde al nombre de Kaido. ¿Me equivoco?

El Uchiha se ajustó su cinturón con gesto marcial. Llevaba un portaobjetos ninja —con algunas herramientas y estrellas metálicas— atado al lado derecho de la cadera, y en el mismo cinturón, en la baja espalda, su preciada espada. Como era Verano, vestía con pantalones pesqueros de color arena y una chaqueta de malla y manga larga; sobre ésta, una camiseta de cuello alto con el símbolo del clan Uchiha a la espalda. La bandana de Uzushio resplandecía en su frente.



Os recuerdo que no hay un orden preestablecido. Tenéis todos 72 horas desde la fecha de publicación de este post para responder e.e
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#6
La diversidad de gentilicios, procedencias, y etnias reunidas en La Capital era realmente impresionante, y teniendo en cuenta que son pocas las ocasiones en las que un viejo altruista sin heredero deja una fortuna a un único candidato, a elegir de cualquier lugar del mundo mientras éste fuera digno, era una oportunidad única para formar parte de un fenómeno extraño para un mundo tan caótico como lo era Oonindo.

Y que decir que, el color de la piel no era realmente un problema en aquel lugar. Había tantos morenos, amarillos, caucásicos cuello rojo y por supuesto, no podía faltar el único humano azul en todo el continente. Umikiba Kaido, el tiburón.

Pero a pesar de tan palpable realidad, bastó menos de un par de minutos desde su llegada para que el primer gilipollas hiciera un comentario sobre su apariencia. El gyojin volteó a verle con latente desinterés, y se encontró con un negrata cuya bandana tenía plasmada en su metal el símbolo de la aldea de la Hierba.

—Me cago en mi vida, ¿Eso es humano?

El escualo frunció el ceño, visiblemente molesto. Se acercó a él, a paso lento, y esperó a estar frente a su nueva víctima para hablar.

—Inhumana va a quedar tu cara de muerde almohada cuando te zurre la bocaza a hostias, gilipollas.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, una voz familiar increpó al moreno de cabellos rubios. Afirmó conocerle, y dijo su nombre. Cuando Kaido comprobó de quién se trataba, supo que era nada más y nada menos que el mismísimo Akame, aquel con el que compartió una interesante aventura hacía un tiempo atrás.

En efecto, kusareño —exclamó el Uchiha, dirigiéndose al de Kusagakure—. Y dicen que responde al nombre de Kaido. ¿Me equivoco?

—El que viste y calza, compañero. ¿Qué haces tú por aquí, Akame-san... buscando una nueva aventura? ¿no te fue suficiente con la del hombre que le confiere a la piedra humanidad?

Advirtió, como si aquello se tratase de un viejo sueño pasajero.
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#7
Datsue dio un brinco al recibir un manotazo en el hombro. Primero asustado, pero luego aliviado de ver quien era, se quitó los cascos y saludó a Akame. Sus auriculares, ahora sobre los hombros, desprendían música electrónica. Sin embargo, a Datsue le duró poco el alivio, y es que Uchiha Akame, totalmente despreocupado porque un tercero le pudiese oír, soltó la mayor barbaridad que podía soltar nadie por la boca. Completamente horrorizado, Datsue miró a izquierda y derecha al instante, aterrado con la idea de que no solo alguien hubiese escuchado, sino que le relacionasen con semejante suicida.

¿Y sí alguien lo suficientemente traidor y mala sangre se iba corriendo a contárselo a Gouna? ¿Y si le contaba que habían bromeado sobre sus… tetas, y que se habían reído por ello? El corazón se le paró por un instante. «Zoku murió por menos» Más rápido que una centella, trató de identificar con la mirada una melena blanca con dos luceros violáceos en medio…

Fiuu… —murmuró, para sí, visiblemente aliviado—. Ni rastro de Riko.

Pero eso no disculpaba a Akame. Quiso reprenderle, pero a continuación los acontecimientos se precipitaron demasiado rápido. El Uchiha estaba ya dándole la espalda, hablando con un chico de melena rubia platina y…

¡Kaido, buen amigo! —exclamó, dándole una palmada amistosa en el brazo. Bien sabían los dioses que no había sido bendecido con su belleza, pero en el fondo tampoco era tan mal tipo—. Y yo que pensaba que estarías pateando el culo a algún verde Kusareño —rio—. ¿Qué te trae por aquí?

«Y lo que es más importante… ¿Qué narices le trae aquí también a Akame?» Si no conociese ya tan bien a su compañero de oficio, diría que por lo mismo que él. Pero Datsue creía haber captado la esencia de Akame, y sabía que eso era imposible. Porque Akame era…



un profesional.
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#8

Dado que nuestro amigo y vecino Yota no ha contestado y tampoco ha avisado de ninguna ausencia, le salto el turno e.e


El Uchiha no pudo evitar que la comisura derecha de sus labios se torciesen en una sonrisa amarga, de esas que se ponen al oir una vieja anécdota que ahora parece hasta divertida. Había conocido a Kaido en aquella aventura que ahora el Pez mencionaba, como bien atestiguaba su oreja izquierda —a la que le faltaba un trozo de carne en la parte baja, junto al lóbulo—. Akame asintió, dándole la razón.

Esta vez ando tras mis propios intereses, y no los del artista rico y excéntrico de turno —respondió con sinceridad—. ¿Ah, os conocéis?

Datsue acababa de saludar al Pez como si fuese su compañero de toda la vida. No es que aquello le pareciese extraño —su compañero era un joven carismático que rara vez dejaba indiferente, para bien o para mal, a alguien—, sino que más bien el Uchiha pareció intuir que todos se habían reunido allí para lo mismo. ¿Qué otro motivo podía haber, si no? «Averiguémoslo».

Si me encontrase a dos shinobi como vosotros aquí, hoy, diría que buscáis echarle el guante a la fortuna de cierto noble al que le quedan dos telediarios... ¿O no?
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#9

Está muy bien eso de las 72 horas, pero igual se podria considerar que estamos en fin de semana, just saying. Como ves, ya estoy respondiendo

Aunque fue algo que me salió del alma y que pensé en voz baja no tardé en adquirir respuestas ante mi exclamación. La primera del tipo que justamente tenía a mi lado el cual me dio su nombre. Luego se acercó el abrelatas con patas para soltar su perlita de turno.

—Inhumana va a quedar tu cara de muerde almohada cuando te zurre la bocaza a hostias, gilipollas.

Como muchos supondrían, aquellos que me conocen bien, no podía omitir esa vacilada con mi propia vacilada pero un tipo que lucía dos trenzas a lado y lado de su cabeza hizo antes un chiste, el cual pasé por alto, lo escuché pero estaba liado con el tal Kaido.

— No dudo que serías capaz de intentarlo pero antes de amenazarme analiza las cosas, machote, ¿Qué crees que pasaria si te pones a intentar pegarme aquí en medio? Aunque quien sabe, lo mismo los calabozos de esta aldea son cómodos — dije, guiñándole el ojo derecho y mostrandole una sonrisa de lo más falsa.

De pronto se pusieron a hablar los 3 de los motivos que les habían traído hasta el lugar. Por Dios, era evidente el por qué estábamos todos allí. El dinero movía montañas, en este caso de gente. Estaba convencido de que en el puerto de La Capital habría bastante movimiento de gente en un día normal pero es que prácticamente todo el bullicio se focalizaba ante aquellos barcos que teníamos en nuestras narices.

Mientras esperábamos instrucciones esperaría pacientemente tomando uno de mis caramelos, de aquellos que tenía guardados en la petaca de mi bolsillo.
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#10
... aunque quien sabe, lo mismo los calabozos de esta aldea son cómodos —increpó el moreno, luego de soltar sandeces que no habían hecho sino sacar una sonrísa al escualo. Fue entonces cuando decidió amagar como si estuviese más que dispuesto a golpearle, y sin embargo, otra vez, los astros se alineaban para que el kusareño no recibiera su merecida paliza.

Una que, según Datsue, era muy probable para él. Se podía decir que era experto en patear culos, kusareños y no kusareños también.

Kaido miró de reojo al rubio y suspiró hondo, entre que Datsue preguntaba las razones por las cuales se encontraban allí, y el mismísimo Akame se atrevía a responder por todos. Y es que era sensáto pensar que el motivo que les llevaba a todos hasta allá era probablemente el mismo: que cada quien tenía la plena intención de ganarse la fortuna del viejo moribundo.

—No sé tú, Akame, pero Datsue de seguro que ha venido por la pasta. Después de todo, es un tipo bastante ambicioso. Yo, sin embargo, no estoy interesado en el dinero. Me interesa más conocer un poco de Mizu no Kuni donde a según, mi madre se folló a un místico tritón. ¿Bonita historia, no?
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#11
«La madre que me… ¡un brócoli!»

Datsue no se había fijado en el símbolo de su bandana hasta que aquel energúmeno increpó a Kaido. El Uchiha iba a decirle un par de cosas bien dichas, pero como el de Ame —cosa que le extrañó enormemente— no se molestó ni en rebatirle… ¿quién era él para meterse en una pelea que no era suya?

Pues Uchiha Datsue, intrépido shinobi por el día, y metemierda en los ratos libres.

Parece una historia de lo más… romántica —respondió a Kaido, esbozando una sonrisa irónica. Entonces clavó su mirada en el rubio—. Kusareño, mejor llevémonos todos bien, ¿de acuerdo? —dijo, con voz más autoritaria de la que hubiese pretendido—. Mi amigo Kaido como si deja la matanza hecha por los bijuus en una simple anécdota, que en mis tierras él no pisa los calabozos como que yo soy Uchiha Datsue el Intrépido.

Duras palabras por alguien que no acostumbraba a decirlas… salvo cuando se encontraba en una clara ventaja de tres contra uno. Además, el tío no parecía nada del otro mundo. Sin embargo, y por si las moscas, se preparó por si aquel tipo quería intercambiar algo más que palabras. Por supuesto, por algo le llamaban Datsue el Intrépido, y él no pensaba retroceder ni un ápice, tan solo…

… colocar la zurda estratégicamente en la espalda de Akame, por si, llegado el caso, tuviese que empujarle hacia adelante. Solo para incentivarle, claro, no para usarle como escudo... «Por los Dioses, ¡no! Yo jamás haría eso. Pero todo el mundo sabe que es mejor dejar a los profesionales hacer su oficio... Y Akame, si algo es, eso es ser todo un profesional...»
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#12

Pero si posteé el Miércoles y por tanto el plazo acababa en Viernes, qué me cuentas de fin de semana, rufián XD


Akame lanzó una mirada reprobatoria a Datsue quien, lejos de tener intenciones de frenar el conflicto, parecía más inclinado a avivarlo. «Una pelea aquí es lo último que necesitamos», caviló el Uchiha. Con sólo mirar alrededor se podían ver varios rostros intimidantes cuyos dueños no parecían ser el tipo de personas que simplemente se quedaban al margen de una buena riña.

Por suerte Kaido pareció mostrar el suficiente ingenio como para no caer en las provocaciones del Uchiha y del kusareño, que no se arrugó pese a estar en —probable— desventaja numérica. Akame asintió, complacido. Nunca había conocido a un ninja de la Hierba, pero si todos eran tan bravos como aquel, quizá las burlas que Datsue siempre hacía sobre ellos estuviesen ligeramente injustificadas.

Enternecedora, sí —contestó el Uchiha cuando Kaido le confesó que andaba en un viaje genealógico—. Yo, sin embarg...

Datsue le interrumpió para echar un poco más de leña a las ascuas de la violencia. Para más inri, el Uchiha hizo ademán de ocultarse tras Akame. Éste se cruzó de brazos, le lanzó otra mirada molesta y luego negó con la cabeza.

Será mejor que nos apresuremos, o quizá no quede sitio en ningún barco para nosotros.

Sin dar opción a que ninguno dijese nada que pudiese desembocar —finalmente— en una conversación con los puños, el Uchiha se acercó a la séptima embarcación, concretamente hasta colocarse frente a la mesa donde un escriba del señor tenía pergamino, pincel y tinta y el encargo de apuntar a los que quisieran embarcarse.

Nombre y ocupación —recitó el hombre, un tipo bien entrado en años con menos pelo en la cabeza que en su frondosa barba entrecana, mientras se ajustaba unos grandes lentes y examinaba de arriba a abajo al Uchiha.

Uchiha Akame, shinobi de Uzushiogakure no Sato —contestó el aludido, con cierto orgullo.

El escribano asintió brevemente y anotó su nombre en uno de los siete casilleros que había dibujados en el pergamino, y posteriormente su profesión.

Puede subir. Zarpamos en media hora y la llegada a Isla Monotonía está prevista para las ocho de la noche. Si es portador de alguna enfermedad contagiosa debe notificármelo ahora mismo, bajo pena de ser denunciado si se descubre que miente —recitó, como si se lo supiera de memoria—. El señor Soshuro ha pagado el almuerzo que se les servirá a bordo, pero tendrán que esperar a llegar a la Isla para la cena.

Akame asintió con corrección, y sin más que añadir se apresuró a subir al barco.

Era un navío pequeño y ligero, de dos palos, buena madera y cómodos asientos en la popa. No tenía mascarón de proa, y estaba manejado apenas por un cuarteto de marineros que en ese momento andaban arreglando los aparejos. El Uchiha se acercó a los asientos de madera y se dejó caer sobre uno de ellos, aspirando la brisa marina mientras escuchaba al timonel dar órdenes.
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#13
. Kusareño, mejor llevémonos todos bien, ¿de acuerdo? —dijo, con voz más autoritaria de la que hubiese pretendido—. Mi amigo Kaido como si deja la matanza hecha por los bijuus en una simple anécdota, que en mis tierras él no pisa los calabozos como que yo soy Uchiha Datsue el Intrépido.

El cuerpo me pedía que provocase una risa estúpida y contagiosa pero la cabeza me decía que aquel no era el lugar de empezar una trifulca, Además, debía centrarme en lo que había venido a hacer a aquel lugar y mi tarea no era precisamente pegarme de leches con un prepotente como el tal Uchiha Datsue. 1 contra 1 no sería tan gallito, eso desde luego. Por tanto me limité a esbozar una pícara sonrisa.

— Yota, me llamo Yota y no Kusareño — respondí tajante — Y la verdad es que tengo cosas más importantes que hacer enfrentarme a vosotros así que si no te importa voy a subir al barco

*Bueno, y si te importa me voy a subir igualmente, gilipollas*

Vi que Akame hizo lo propio por lo que me limité a seguirle ya que íbamos al mismo sitio. Justo antes de embarcar un hombre que estaba pasando lista el cual le pidió el nombre y su ocupación, en cuanto Akame respondió y embarcó me pregunto exactamente lo mismo.


— Sasagani Yota y también soy shinobi

*Espera un segundo, el comemierdas de antes también ha dicho Uchiha, no serán... ¿Familia?*

En fin, no le daría más vueltas de las necesarias, lo que estaba claro es que esos 3 eran amigotes y debía ir con cuidado con ellos si quería tener la fiesta en paz.
[Imagen: K1lxG4r.png]

[Imagen: dlinHLO.png]

Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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#14
Datsue asintió, complacido, ante la respuesta del supuesto Yota. Había que admitir, en cierto modo, que aquel tío tenía poco de Kusareño. En vez de amilanarse y huir ante la desventaja numérica, el chico parecía de todo menos nervioso. «Y si a eso le añadimos su piel bronceada y sus cabellos platinos… No hace falta ser el mejor detective del mundo para adivinar que el tío no es nativo de los Bosques. Eso seguro»

Pero no hubo tiempo para más discusiones banales. Era hora de subirse al barco, tras presentarse ante un escribano, y Akame y Yota fueron los primeros, seguidos de Datsue. Pasado el protocolo, el Uchiha se demoró unos segundos, esperando al cara-pez.

Entonces no vienes por la pasta, ¿no? —le preguntaría, una vez llegado a su altura. Trató de darle un tono desinteresado a su voz, pero no pudo ocultar cierta ansiedad. Cuantos menos rivales tuviese que pelearse para obtener la herencia, mucho mejor. Y Kaido no era de esos tipos a los que uno le apetecía enfrentarse.

Vio a Akame junto a la proa, sentado ya en una de las sillas, y por inercia allí le condujeron sus pasos parsimoniosos.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#15
La disyuntiva que hubo dirigido aquel debate caliente de palabras se vio en seco finalizada por el avance del susodicho Akame, quien se acercó hasta la sección de chequeo y entregó su nombre al responsable de anotar a cada uno de las personas que navegarían en la séptima embarcación.

Pronto le siguió el infame Kusareño, y finalmente, Sakamoto Datsue. O, mejor dicho, Uchiha. Al final el intrépido sí que se había guardado muy bien su apellido sobre la mesa. Y cuando Kaido hubo hecho su respectivo check in, respondería apropiadamente a la interrogante que su compañero le arrojó, de buenas a primeras.

—No, para nada. Y tampoco veo al viejo moribundo entregándole su fortuna al único tipo de piel azul entre siete malditas embarcaciones repletas de gente. Así como tampoco le imagino entregándole semejante cantidad de pasta a alguien que se apellide Sakamoto, ya se me hacía a mí bastante soso. Pero parece que ya no tendrás ese problema, ¿no, Uchiha Datsue?

El tiburón increpó aquello y soltó una socarrona sonrisa. Luego miró fijamente hacia el horizonte, y se quedó allí, perplejo, esperando respuesta. Meditabundo acerca de su compañero, y de qué tantas mentiras le habría dicho en su juerga pasada.
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