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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Uchiha Akame nunca se había considerado una persona sensible —de hecho, exhibía una notable falta de escrúpulos que le llevaba a matar sin dudar si la situación lo requería—, pero tanto el rostro de Machiko como su historia lograron conmocionarle. «Es tan bella, y parece tan desvalida... Malditos rufianes. Entre ambos la han hecho sufrir...» Sin embargo, las palabras de Mogura consiguieron meterle algo de sentido común en la sesera. «Joder, sí, este muchacho tiene razón. ¿Y si ella misma es consciente de sus puntos fuertes y los está usando para embaucar a todos estos hombres?»

Claro, todavía faltaba —entre otros muchos— el detalle de las espadas. Como en casi todo lo demás, los presentes no se ponían de acuerdo.

La verdad, Eiyku-san, Manase-san, no sé si ahora estoy más confundido que antes de escuchar los relatos de los implicados... —confesó Akame, que seguía dándole vueltas a todo.

Como si los dioses les hubieran oído conversar y quisieran ofrecerles una pista, de entre los árboles apareció un último soldado del Juuchin. Llevaba, acunadas entre sus brazos, una katana y una wakizashi de gran calidad y empuñadura ornamentada con los mismos colores que las ropas del samurái. Éste, al ver las espadas, se puso blanco como un lienzo. El bandido se echó a reír, y la mujer se echó a llorar desconsoladamente.

¡Vaya, ahí tenemos las espadas perdidas!

El capitán de los soldados, que tenía cara de estar incluso más confuso que los jóvenes gennin, decidió que se los llevarían a los tres como medida preventiva y hasta que el asunto se hubiese aclarado. Entre los insultos de Mifune Toshirō, las lágrimas de Mori Machiko y las protestas de su esposo —que amenazaba a los soldados con las posibles consecuencias de su arresto— la comitiva echó a andar hasta desaparecer por el sendero.

Por todos los dioses, nunca había escuchado una historia tan extraña. O mejor dicho, tres.
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#17
Akame admitió que se encontraba aún más confundido en ese momento. Juro sentía lo mismo. Claramente, todos lo sentían. ¿Cómo podían interpretar algo tan inverosímil?

¡Vaya, ahí tenemos las espadas perdidas!

Juro se fijó. Un último guardia alejado de su manada, traía en sus manos las — bellas — armas del samurai: una katana y una wakizashi ornamental. El samurai, al ver sus armas, se puso pálido. El bandido por otra parte comenzó a reír, y la mujer, se echó a llorar otra vez.

— Mirad sus reacciones... — murmuró, fascinado por el hecho.

¿Tenía razón el bandido entonces? ¿Se había desecho de ellas en un acto de pura cobardía? ¿Dónde estaba la daga de la que la mujer tanto se escudaba?

Finalmente, visto el alboroto y que nadie podía poner nada en claro, tanto los guardias como la comitiva se alejaron, llevándose a los tres consigo. Juro sintió algo de lástima. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Quién sería el culpable? Por alguna razón, se sentía vinculado al caso.

Por todos los dioses, nunca había escuchado una historia tan extraña. O mejor dicho, tres.

— Y que lo digas. Si me lo hubieran contado dudo que lo hubiese creído — silbó Juro, con casi admiración —, pero es una verdadera lastima. Ya sabéis, que nadie haya encontrado una solución verdadera. Me hubiera gustado saber que paso de verdad aqui.

» Quizá acaben soltando al noble por su posición, o a su mujer por compasión. Dudo que traten bien al bandido.
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#18
No era mentira que los tres estaban confundidos sobre lo que había sucedido, habiendo escuchado los tres testimonios de los involucrados no quedaba más por hacer. Pero las cosas no habían quedado claras todavía.

¡Vaya, ahí tenemos las espadas perdidas!

La reacción fue instantánea, Masayuki palideció, Machiko lloró y Toshiro rió. Todo fue una confusión.

— Mirad sus reacciones...

Sin duda alguna no era una tarea fácil juzgar lo que estaba sucediendo ahí, sacar una versión limpia de todo lo que había ocurrido. Los guardias al parecer ya habían tenido suficiente del asunto y se llevarían a los involucrados del lugar, dejando al público libre para que especule un poco.

Por todos los dioses, nunca había escuchado una historia tan extraña. O mejor dicho, tres.

— Y que lo digas. Si me lo hubieran contado dudo que lo hubiese creído. Pero es una verdadera lastima. Ya sabéis, que nadie haya encontrado una solución verdadera. Me hubiera gustado saber que paso de verdad aqui.

Comentarían los compañeros del joven médico.

» Quizá acaben soltando al noble por su posición, o a su mujer por compasión. Dudo que traten bien al bandido.

El shinobi de Kusagakure se atrevería a dar su punto de vista de lo que podría llegar a pasar en el futuro próximo, un samurai exento de cumplir cualquier condena debido a su estatus social, una mujer liberada por compasión de los guardias y un bandido con poco futuro.

Mori Masayuki fue derrotado por un bandido y permitió que su esposa fuese tomada, si llega a oídos de más gente que además de eso se negó a pelear e incluso entregó sus espadas... bueno. ¡Probablemente se abrirá el estomago con su espada corta...!

Mori Machiko no lo tiene más fácil tampoco, la presión de lo sucedido y su propio clan la hostigaran día a día. Una mujer elegante como ella quedará totalmente desamparada por su propia familia.

De todos los involucrados, el que más fácil parece tenerlo es Mifune Toshiro, su vida no ha cambiado y probablemente no cambie después de lo ocurrido

No sería exagerado pensar que el clan Mori pida la cabeza del bandido, exija seppuku a Masayuki y quien sabe que vayan a hacer con Machiko-dono.


Mogura no se iba a arriesgar a tomar bandos sin antes plantear aquello, no había futuro bueno después de ese día, para nadie. De alguna forma todos eran culpables a los ojos del clan.

Aun así... esas espadas... y la daga... ¿No ha aparecido la daga, verdad?

Se llevó una mano al mentón nuevamente mientras trataba de pensar un poco sobre eso.
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#19
Bueno, eso será si al final acaban poniéndose de acuerdo. Supongo que el veredicto final recaerá en el Juuchin —terció Akame ante los comentarios de los otros gennin, que andaban poniendo etiqueta al destino de cada uno de los implicados—. Quizá nunca se aclare. Quizá sí. Aunque yo coincido con Eikyu-san, Mori Masayuki es el que mejor mano tiene... Un guerrero poderoso y afamado de un clan conocido en estas tierras. Creo que hará falta algo más que el testimonio de un rufián sin honor y de una mujer manchada para ensuciar su buen nombre.

El Uchiha, no obstante, apreció la inteligencia del comentario de Mogura. Realmente quien se había visto menos afectado por todo el suceso era Toshirō, el famoso criminal; pues debía ser de la clase de personas que estaban acostumbrados a vivir en los márgenes de la ley.

Aun así... esas espadas... y la daga... ¿No ha aparecido la daga, verdad? —inquirió Mogura.

«¿La daga?» Akame reparó en aquel detalle. Sólo la mujer había mencionado la daga con la que, supuestamente, había tratado de quitarse la vida. Aunque por carecer del coraje necesario, acabó tirándola al suelo.

Si confiamos en la palabra de Mori Machiko, la daga quedó abandonada en el bosque. Claro que, los soldados encontraron las espadas y no así el cuchillo. Curioso.

La escena parecía haber acabado y, conforme caía la tarde, Akame se encontraba más y más hambriento. Se dio media vuelta para otear el horizonte y reparó entonces en la presencia del leñador, que seguía allí, sentado sobre el grueso tocón.

No entiendo nada... —no había dejado de repetir.
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#20
Juro escucho con los ojos abiertos como platos el testimonio del ninja de Amegakure, tergiversando todas sus palabras. Para él, el alto y honorable noble, humillado por todos, acabaría muerto o desterrado; la mujer, con un destino inimaginable ahora que ya no le quedaba pureza; y el ladrón, probablemente perdería la cabeza.

Aun así, admitió que todo sería mucho más fácil para el ladrón, ya que mantendría la vida como siempre, mientras que los otros dos acababan de ser humillados y relegados.

« Todo eso pasará si el veredicto se cumple... »

Akame pareció mostrarse conforme a partes iguales con la opinión de Juro y del otro ninja, pero sin meterse demasiado. Parecía un tipo serio, de los que no se mojaban.

Por otra parte, el ninja de Ame preguntó por el destino de la daga, mencionada por Mori Machiko. Juro también se lo preguntaba bastante.

Si confiamos en la palabra de Mori Machiko, la daga quedó abandonada en el bosque. Claro que, los soldados encontraron las espadas y no así el cuchillo. Curioso.

Estuvo a punto de mencionar lo sospechoso que le parecía aquello — además del intento de suicidio —, pero recordó que ya lo había dicho. No podía obsesionarse con algo así. No estaba conforme con aquello, estaba claro que la mujer lo había dicho para quedar bien. Pero no podía meterse en discusiones por eso.

No entiendo nada...

Al otro lado, el hombre del tocón no paraba de repetirlo.

— ¿Deberíamos hacer algo con ese? Parece en shock — murmuró Juro, señalando hacia su dirección
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#21
Akame no parecía estar dispuesto a tomar ningún bando en ese asunto, prudencia ante todo, lo cual no era ninguna acción equivocada. Mogura tampoco se arriesgaría a ponerse del lado de nadie en ese momento, sería poco inteligente hacer algo como eso.

Nadie parecía estar seguro de que opinar sobre la daga. El joven médico había traído el tema a colación nuevamente pero aún así no tenía nada con lo que trabajar.

Si confiamos en la palabra de Mori Machiko, la daga quedó abandonada en el bosque. Claro que, los soldados encontraron las espadas y no así el cuchillo. Curioso.

Señalaría el Uchiha, resultaba curioso de todas formas que la daga únicamente formara parte del relato

No entiendo nada...

Nuevamente el hombre en el tocón continuaba repitiendo esa misma frase una y otra vez.

—¿Deberíamos hacer algo con ese? Parece en shock.

Preguntó Juro señalando al sujeto.

Manase Mogura se acercaría al señor, a lo mejor le había pegado muy fuerte el sol o algo.

¿Qué no entiende, buen hombre?

Consultaría inicialmente, tratando de ver si estaba pleno en sus facultades todavía.
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#22
Akame se acercó junto con sus compañeros al leñador que todavía estaba sentado en aquel tocón. El tipo parecía ausente, perdido en sus propias cavilaciones, con la mirada perdida y la boca entreabierta. El pesado hacha de trabajo reposaba a su lado, y sus ropas remendadas y sucias estaban empapadas de sudor. Pese a que ya se acercaba la noche, todavía hacía calor en el Valle.

Ante la pregunta de Mogura, el tipo alzó la vista y clavó sus ojos castaños en los también oscuros del médico.

Hoy he presenciado la maldad de los hombres... Ya no tengo esperanza —contestó, apesadumbrado—. Yo vi lo que ocurrió en el bosque. Lo vi todo, y por eso ahora mi corazón está lleno de tristeza...

Akame abrió muchísimo los ojos con gran incredulidad. «¿Los guardias del Juuchin se han pasado un buen rato tratando de esclarecer lo ocurrido, y este tipo afirma saberlo todo con certeza?» Se acercó al leñador y quedó en cuclillas, con su rostro frente al de él.

¿Y por qué no les dijo a los guardias, buen hombre? Podría haber ayudado a resolver el asunto, o a salvar a alguien de un castigo injusto que probablemente recibirá —añadió, haciendo alusión al rufián.

El leñador negó con la cabeza, pasando su mirada de Mogura a Akame.

Ninguna de esas tres personas merece ser salvada. Hoy he visto con mis propios ojos de qué son capaces los hombres y las mujeres.

»Puedo contarles la historia, o pueden quedarse con la versión que prefieran de entre las de los tres implicados. ¿Por qué iban a creerme a mí, un leñador con los zapatos remendados, en lugar de a un orgulloso guerrero? ¿O a una bella dama? ¿O a un rufián sin miedo a nada?
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#23
Aunque Juro no hubo esperado que sus compañero se fijaran en él, así lo hicieron. Mogura repitió la contestación a la pregunta del hombre, mientras este cavilaba.

Con total calma, el hombre les dijo que lo había visto todo.

« Espera. ¿¡Qué!? »

Que su corazón estaba lleno de tristeza, que si había presenciado la maldad de los hombres. ¿De verdad hablaba en serio? ¿Habían malinterpretado sus palabras anteriores?

¿Y por qué no les dijo a los guardias, buen hombre? Podría haber ayudado a resolver el asunto, o a salvar a alguien de un castigo injusto que probablemente recibirá

Con parsimonia, el hombre negó la cabeza.

Ninguna de esas tres personas merece ser salvada. Hoy he visto con mis propios ojos de qué son capaces los hombres y las mujeres.Puedo contarles la historia, o pueden quedarse con la versión que prefieran de entre las de los tres implicados. ¿Por qué iban a creerme a mí, un leñador con los zapatos remendados, en lugar de a un orgulloso guerrero? ¿O a una bella dama? ¿O a un rufián sin miedo a nada?

Juro permaneció en silencio, mediante sus palabras.

— Me encantaría escuchar su versión de la historia. — aclaró, velozmente —. Aunque todo lo que diga sea cierto, usted no esta implicado en el asunto. No va a mentir para encubrirse, conservar su honor ni por miedo a un castigo.
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#24
¿Cómo había dicho el leñador, lo había visto todo? En cierta manera le daba un poco igual que tan lleno de tristeza estuviese su corazón, lo que le interesaba un poco más era lo lleno de información que estaba su cabeza. El leñador tenía las respuestas que los jóvenes buscaban.

¿Y por qué no les dijo a los guardias, buen hombre? Podría haber ayudado a resolver el asunto, o a salvar a alguien de un castigo injusto que probablemente recibirá

Akame se puso delante del hombre y este le miro para luego retomar la charla.

Ninguna de esas tres personas merece ser salvada. Hoy he visto con mis propios ojos de qué son capaces los hombres y las mujeres.Puedo contarles la historia, o pueden quedarse con la versión que prefieran de entre las de los tres implicados. ¿Por qué iban a creerme a mí, un leñador con los zapatos remendados, en lugar de a un orgulloso guerrero? ¿O a una bella dama? ¿O a un rufián sin miedo a nada?

Juro permanecía en silencio hasta que en un momento soltó algo.

— Me encantaría escuchar su versión de la historia. Aunque todo lo que diga sea cierto, usted no esta implicado en el asunto. No va a mentir para encubrirse, conservar su honor ni por miedo a un castigo.

El joven médico no pudo evitar asentir con un gesto de la cabeza y finalmente se puso a un lado de Akame en cuchillas también. Necesitaba saber el relato del leñador también.

Usted posee la versión verdadera del relato. ¿Sería tan amable de compartirla con tres jóvenes curiosos?

Solicitó con humildad y respeto, como si estuviese hablando con un sabio más que con un simple trabajador.
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#25
El leñador quedó visiblemente sorprendido ante la actitud de los ninjas. Pese a que ellos eran shinobi, y él un simple proletario, parecían sumamente interesados en conocer lo que él tenía que contarles; y no dudaban en darle más credibilidad que a la historia del orgulloso samurái o la dama de belleza casi divina. Al menos, a priori. Para aquel hombre, que se había criado toda su vida en el Valle con escaso contacto con los ninja, ellos eran poco menos que magos, misteriosos guerreros que podían matarlo a uno sin siquiera estar en la misma habitación. Tales habladurías eran comunes entre la gente corriente, normalmente ajena a los métodos del Ninjutsu.

Así pues, el tipo sonrió con tristeza y luego, apoyándose en su vieja hacha y tocándose el vientre con la otra mano, empezó el relato.

Yo volvía de cortar leña cuando vi la escena. Ese rufián, que se llama Mifune Toshirō, atacó vilmente a la pareja por la espalda. Mori Masayuki-dono cayó derribado del primer golpe, inconsciente, y entonces ese bandido forzó a la dama Machiko... —negó con la cabeza—. Lo que ocurrió después fue que Mifune se arrodilló ante ella, arrepentido de haberla forzado, y le pidió que se casara con él. Incluso aseguró que, después de tantos robos y asaltos, tenía un buen dinero ahorrado y que dejaría los caminos para irse con ella a donde quisieran. ¡Que se pondría a trabajar como un hombre honrado!

Akame no podía creerlo. Se irguió en su estatura, pensando por un momento si aquel leñador les estaba tomando el pelo. Sin embargo, decidió dejarle terminar el relato.

En ese momento, Mori Masayuki-dono despertó. La dama Machiko dijo que ella, como esposa de un gran guerrero, no podía tomar esa decisión. Que tenían que batirse en duelo por su corazón.

»Pero entonces, Mori-dono se negó. Dijo que no arriesgaría su vida por una mujer así, que más lamentaría perder uno de sus buenos caballos que a la dama Machiko, y que lo mejor que ella podía hacer era rajarse el vientre. Porque ya no era su esposa nunca más, después de haber sido tomada por otro hombre.

«La puta madre, así que era cierto. ¿Todo se volvió encontra de la mujer? ¿Ella tenía razón?»

Entonces —el leñador continuó su relato— Mifune Toshirō dijo que él tampoco iba a pelear por una mujer tan débil, y se dio la media vuelta para marcharse. La dama Machiko corrió entonces tras él, tirándole de la ropa, suplicando que no la dejase allí. Pero Toshirō se negó continuamente.

»Entonces ella secó sus lágrimas y empezó a insultarlos a ambos. A Mori Masayuki-dono le espetó ser un débil de corazón, incapaz de vengarse del hombre que había tomado a su esposa a la fuerza. Luego empezó a reírse del bandido Mifune, asegurando que al escuchar su nombre la primera vez sintió una gran excitación por poder marcharse con él y abandonar su aburrida vida. Pero que había demostrado ser tan débil como el samurái, incapaz de ganar a una mujer con su espada, y que se reiría de su cobardía mientras le quedase aliento en el pecho.

El leñador se puso en pie, sin dejar de agarrarse el vientre, y con la otra mano se colocó el hacha sobre su hombro. Akame no pudo evitar fijarse en lo abultada de su camisa.

Heridos en su orgullo por las palabras y las risas de la dama Machiko, los dos hombres se enzarzaron en una pelea. No fue un duelo glorioso, a decir verdad... Ambos parecían muy asustados de salir heridos. Mifune perdió su espada en un momento del combate, y tanto la katana como la wakizashi de Mori Masayuki-dono quedaron trabadas en el tronco de un árbol.

»Entonces, alertados por el escándalo, llegaron los guardias del Juuchin y se los llevaron a todos.
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#26
Según el leñador, la parte en la que Mifune atacaba traicioneramente a Masayuki era real, tan real que incluso había sido noqueado inconsciente al caer de su montura. La parte en la que la mujer era tomada en contra de su voluntad también era verídica, no había nada de mentira en eso.

La experiencia al parecer habría conmovido al bandido, quien de rodillas rogaría a la fémina que se escapase con él a donde ella quisiera, que hasta dejaría su vida de hurtos y maldades para ser una persona de bien. Akame no parecía creer del todo eso o al menos no le sentaba del todo bien, su gesto así lo evidenciaba.

Machiko como mujer de clase alta que era, no estaba en libertad de tomar esas decisiones. Ella tenía un esposo y a menos que este fuese sido vencido en un duelo, no podría marcharse con el bandido.

Poco a poco las historias de los tres iban perdiendo su propios puntos de vista, se iban despojando de los sentimientos fuertes y los rencores.

Masayuki se negaría a pelear por una mujer que había sido tomada por otro hombre y Mifune ante tal actitud por parte de la mujer también perdería su interés en ella. Entonces, al ver que ambos hombres no parecían dispuestos a arriesgarse por ella, comenzó a burlarse e insultarles.

Esto tendría una respuesta directa en ambos y haría que forzadamente comenzasen a cruzar espadas, pero en palabras del propio leñador, era un duelo que estaba lejos de ser glorioso.

Las armas se perderían o se verían inutilizadas de alguna manera durante la pelea y entonces los guardias entrarían en escena.

¡Wow...!

Fue lo único que llegó a dejar escapar de sus labios el joven médico de Amegakure.

Así que así fue como pasaron realmente las cosas...

No pudo evitar negar ligeramente con un gesto de su cabeza. Habiendo escuchado todo el relato, se puso de pie y se levantó el kasa para arreglarse el peinado.
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#27
El leñador pareció sorprendido de que aquellos jovenes shinobi decidiesen escucharle. De igual forma, empezó a relatarnos todo lo que ocurrió. Juro pudo comprobar que, la primera parte, correspondía perfectamente con lo que ya había escuchado: la pareja paseaba por ahí. El bandido les atacó por sorpresa. Después, forzó a la mujer, y más adelante, le pidió que se escapara con él. Ella, en su alta posición, no pudo acceder y le pidió que hiciesen un duelo para ver quien ganaba su corazón.

« Ya esta mezclando partes de las tres historias. Cada uno omitió lo que le parecía »

Sin embargo, los dos hombres se negaron y la abandonaron. La dama, en su desesperación y su furia, comenzó a provocarlos, desencadenando que ambos lucharan. Fue una lucha sin honor, donde temían más hacerse daño.

Finalmente, concluyó con que las espadas se inutilizaron y se extraviaron, siendo más adelante encontradas por los guardias. Ellos vinieron atraídos por el problema y los ruidos y los apresaron. Fin de la historia.

— Ya veo... — murmuró Juro, atónito —. Y así encontramos todo nosotros, ya apresados. Si eso es cierto, explicaría muchas cosas, como el desprecio que tenían ambos hombres por la mujer, o el tema de las espadas.

A Juro le había parecido curioso que el samurai y el bandido la despreciaran tanto: según el samurai, ella le había pedido que le matase — pero eso no explicaba porque el bandido la odiase — y según el bandido, le había exigido un duelo a muerte para estar con el samurai. Solo el de la mujer explicaría el porque del odio de ambos hombres. También el tema de las espadas: la daga de la mujer era una mentira, ya que ni si quiera la habían encontrado y ella no debería haber tenido tiempo de esconderla. Sin embargo, tenían las espadas ahí, como prueba.

Juro también se fijo en como el leñador se agarraba el vientre y cambiaba de mano el hacha. Le observó atentamente durante toda la explicación.
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#28
Los gennin reaccionaron con pasividad y silencio al relato del leñador. Fuese verdadero o falso, Akame coincidía en que aquel tipo era quien menos razones tenía para ocultar la verdad. El bandido debía salvaguardar su reputación, el samurái su honor, y la dama su castidad. Sin embargo, aquel plebeyo no tenía más señor que el Juuchin, ni debía más fidelidad que al viejo hacha que le permitía cortar leña para alimentar a su familia.

Ha sido un relato interesante, sin duda —concedió Akame, todavía pensativo—. Creo que todos podemos aprender una cosa o dos de este suceso.

El hombre asintió, diligente, y sin dejar de abrazarse el vientre se despidió de los ninja con una pronunciada inclinación. Luego dio media vuelta y tomó el sendero de vuelta —probablemente— a su hogar. El Uchiha se lo quedó mirando largo rato, mientras el Sol se ponía por el horizonte. «Pues el tipo tenía razón... Nunca había visto una escena tan enrevesada y surrealista como esta», concluyó.

Manase-san, Eikyu-san, creo que es hora de que me marche. Debo regresar a Nantounoya antes del ocaso, o me perderé la cena.

Se acomodó sus pertenencias en torno al cinturón, y con una leve inclinación de cabeza se despidió de los muchachos.

Os deseo suerte en el Torneo. Si sois tan buenos razonadores como luchadores, entonces espero que nos encontremos en la arena de combate.
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#29
Sus compañeros genin parecían estar más que de acuerdo en que había sido un relato interesante. Muy interesante, a decir verdad. En general, la situación había sido extraña, enrevesada, y una de las cosas de las cosas que más dudas suscitaría. El saber — casi — con toda seguridad que sabía lo que había pasado, le hizo sentir muy bien.

Finalmente, el hombre se despidió de ellos y se marchó. El sol, a su vez, también se marchaba, poniendose sobre el horizonte. Era hora de irse a casa.

Manase-san, Eikyu-san, creo que es hora de que me marche. Debo regresar a Nantounoya antes del ocaso, o me perderé la cena.Os deseo suerte en el Torneo. Si sois tan buenos razonadores como luchadores, entonces espero que nos encontremos en la arena de combate.

El Uchiha se despidió de ellos con una leve inclinación de cabeza.

— Si, yo también me marcharé. Muchas gracias, y lo mismo: suerte a todos en el torneo — dijo, repitiendo la pequeña reverencia —. Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar.
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#30
El detalle del leñador tomándose el vientre llamaba un poco la atención de Mogura. Como persona que solo iba por ahí pasando y coincidió en el camino para escuchar su relato no podía permitirse la molestía de preguntarle si se encontraba bien, pero era también un médico que estaba agradecido con la información brindada por el humilde leñador.

Manase-san, Eikyu-san, creo que es hora de que me marche. Debo regresar a Nantounoya antes del ocaso, o me perderé la cena.Os deseo suerte en el Torneo. Si sois tan buenos razonadores como luchadores, entonces espero que nos encontremos en la arena de combate.

Después de un rato el Uchiha tomaría la palabra para despedirse, acompañando sus palabras de un formal gesto.

— Si, yo también me marcharé. Muchas gracias, y lo mismo: suerte a todos en el torneo. Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar.

Juro correspondería la reverencia de Akame y le dedicaría unas palabras a ambos.

Es una pena que hayamos coincidido tres shinobi de diferentes aldeas en un lugar tan pacifico como Hokutoomori y el asunto que nos haya reunido fuese una pelea.

Espero que la próxima vez nuestros caminos se crucen en circunstancias más calmadas.

Buena suerte a ambos, ha sido un placer.


Diría con un tono tranquilo. Se tomaría un momento para realizar una forma reverencia a los dos shinobi. Uchiha Akame, el muchacho que había tenido oportunidad de intercambiar palabras con Amedama Daruu, sin duda alguna había algo especial en ese muchacho tan común. Tanto de él como de Juro solo podía decir que tenían un intelecto bastante competente para gente su edad.

De una forma u otra, sus pasos se dirigirían en la dirección en la que habría marchado el leñador, necesitaba confirmar si su estado de salud era aceptable a su modo de vida. Si el vientre que se estaba tomando era algo normal o padecía algún mal.
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