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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
—Eso significa que he llegado justo a tiempo.

La única respuesta del guardia al comentario del pelirrojo fue un gruñido antes de que se fuese. No tardó en encontrar un agujero de su tamaño por el que poder colarse cual vulgar ladrón.

Y así, Kurogane Toshio llegó a la puerta de la mansión. Casi al instante de tocar la puerta, ésta se abrió. Tras la puerta encontró a una sirvienta que también le resultaba familiar.

Si pretende robarnos, ruego reconsidere sus opciones. Esta es una mansión de ninjas, Uchihas concretamente. No es que no haya cosas valiosas que robar, pero perderá usted su vida antes.

La mujer habló con toda el tono más monotono del mundo, como si estuviese anunciando la hora. Tipico malentendido al ver a alguien colarse por un agujero del muro.
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#17
Y... la misma sirvienta. Empezaba a pensar que sí que habían movido la mansión de sitio.

—Vengo a reparar la mansión, no a robarla. —Explicó, volviendo a sacar el pergamino igual que lo había hecho antes.

Ya empezaba a pensar que tendría que tener el pergamino fuera durante toda la misión.
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#18
—Vengo a reparar la mansión, no a robarla.

Oh... — la sirvienta se paró un momento, miró a Toshio, miró tras Toshio y volvió a mirar a Toshio. — ¿Y no pudiste entrar por la puerta? En fin, pasa al ala este, es la que necesita reparaciones, enseguida aviso e iran a explicarte lo que has de hacer.

La sirvienta se apartó para dejar pasar al pelirrojo y le señaló el pasillo de la derecha. Si Toshio lo seguía, estaria un rato andando hasta llegar a un sitio donde el pasillo se abría... involuntariamente. El techo desaparecía y las paredes se volvían poco más que columnas sueltas. Aún quedaba algún marco de puerta de pie pero era todo ruina practicamente.

Ante él había todo el material que se podía necesitar para repararlo todo, bien amontonado y preparado para reconstrucción. Montones de madera, una caja de herramientas y varios botes de pintura.
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#19
—De acuerdo. —Respondió, ignorando que la sirvienta no parecía saber que la entrada no abría.

El chico andó por el pasillo que le habían indicado mientras pensaba en sus cosas. Se preguntaba el tiempo que le tomaróa reconstruir todo eso, o si tendría ayuda; También que se haría para comer, luego recordó que hoy no le tocaba cocinar a él; y entonces empezó a preguntarse lo que haría Tamao para comer.

Se acercó a la caja de herramientas y esperó al lado, de brazos cruzados. Ahora empezaba a preguntarse si también se habían traído a Kinumi junto a la mansión.
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#20
No tuvo que esperar mucho antes de que apareciese ante él una figura alta, de larga melena recogida en una coleta muy similar a la del chico rubio que acababa de ver. Sin embargo, el hombre que la portaba ante él lo hacía con mucha más formalidad y seriedad que el bastardo de la calle. Casi era como comparar a un niño con un hombre.

El hombre vestía un kimono negro que solo con verlo ya denotaba calidad en su tela y un hakama rojo, ambos con el logo del clan que Toshio tan bien conocía. Su rostro estaba moderadamente envejecido y extremadamente serio, casi enfadado. Si el hombre no se presentaba, Toshio buenamente podría nombrarlo Severidad por su expresión únicamente.

Tú eres... un genin. — pronunció quedamente como saludo.

Se detuvo a sí mismo antes de precipitarse y sin decir nada parecía exigirle una explicación a Toshio.
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#21
No mucho tiempo después, finalmente apareció su cliente. Era un hombre alto de rostro severo, del tipo de persona que parecía estar siempre enfadada, y probablemente lo estaba.

No hubieron presentaciones de ningún tipo. Simplemente llegó y lo insultó como saludo.

«Míralo como va, creyéndose mejor que todo el mundo».

Hizo una leve reverencia para presentarse.

—Kurogane Toshio, encantado.
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#22
—Kurogane Toshio, encantado.

El hombre salió de su sorpresa habitual de ver a un señor hecho y derecho siendo genin. Siendo de Kusagakure, donde todos los estudiantes recibían una educación ajustada a sus necesidades era raro ver a un genin pasar la mayoria de edad. Pero ese no era un tema que le ocupase al gran Uchiha Dentō.

Kurogane-san, confio en que seas capaz de llevar a cabo las reparaciones. La estructura básica ya está colocada, lo único que debes hacer es colocar los tablones y clavarlos en la estructura. Primero las paredes del piso de abajo, después el suelo del segundo piso y las paredes del segundo piso. No creo que te tarde más de un día. ¿Alguna pregunta?

Parecía haber entrado en modo monologo, de hecho, daba la sensación de que solo esperaba una respuesta a su pregunta. Si Toshio sabía o no cual era esa respuesta, era cosa suya.
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#23
Las instrucciones eran la mar de claras: tenía que que repararlo básicamente todo él solo, sin más.

«Si hubiera querido tenerlo fácil, no me habría hecho a ninja, supongo».

—Ninguna pregunta, Uchiha-san. —Respondió, tratándolo con el mismo respeto con el que su cliente le había tratado—. Empiezo ahora mismo, y si quiere, y le traen una verja nueva hoy, se la instalo también.
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#24
—Ninguna pregunta, Uchiha-san. Empiezo ahora mismo, y si quiere, y le traen una verja nueva hoy, se la instalo también.

Uchiha-san levantó la mano enseñandole la palma a Toshio para aclarar que no sería necesario.

No será necesario. Encargate de los tablones y de hacerlo correctamente. A media jornada, mi hija traerá un refrigerio y revisará que todo vaya de acuerdo al horario o necesitas ayuda. Cualquier otra cosa de caracter extraordinario qeu surja, busca a alguien del servicio.

Y esta vez sin esperar respuesta alguna, se volteó y se fue. Lentamente, sin prisa alguna, manteniendo un paso elegante y formal. Desaparecería por el pasillo en cuestión de segundos si Toshio no alzaba la voz.
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#25
—A la orden. —Respondió Toshio, mientras veía al hombre marcharse.

«¿Sería raro que le preguntase si es el padre de Kinumi?».

Se giró a coger la caja de herramientas y la acercó a una de las paredes que tenía que reparar.

«Sí, supongo que sería raro».

Entonces levantó una de las tablas para colocarla en su sitio.
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#26
Toshio levantó una de las tablas y fue a colocarle contra la estructura que le había comentado el señor Uchiha. Entonces se daría cuenta de que tenía que aguantar la tabla mientras sacaba las cosas de la caja de herramientas, que tenia un cierre minimamente complejo para que los niños no pudiesen abrirlo.

Y Toshio, no lo había abierto antes de acercarlo. Ahora tendría que soltar la tabla y ponerse a abrir la caja para sacar el martillo y los clavos, que tampoco los había sacado.

Igual debería ordenar mejor sus pensamientos y procedimientos antes de simplemente coger la tabla y acercarla a la pared esperando que se enganchase por arte de magia. Tras hacer todo eso y sacar el martillo y los clavos se daría cuenta de que le faltaban manos.

No tenía problemas en agarrar las tablas con una mano, pero colocarlas requeria de ambas manos para cuadrarlas bien y clavarla sin que se moviese era complicado. Tampoco había ningún mueble cercano donde dejar el martillo y los clavos. Si lo dejaba todo en la caja de herramientas, que ni le llegaba a las rodillas, iba a acabar con la espalda para el arrastre.

Pero, ¿qué otra opción tenía? Desde luego, hacerlo de la forma tradicional le iba a costar todo el día, tal y como había pronosticado Uchiha-san. Eso, claro, si lo hacía bien y con cuidado, si lo hacia a lo loco, tardaría mucho menos.
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#27
—Ojalá todavía pudiera hacer un Kage Bunshin... —se dijo a sí mismo en voz baja al darse cuenta de lo jodido que estaba.

Viendo lo complicado que iba a ser su destino a partir de ahora, el chico se tomó un segundo para pensar. Tocaba ser imaginativo.

Miró la caja de herramientas, luego la tabla y alrededor suyo, pensando en qué podría hacer para que su trabajo fuera más sencillo.

Apoyó la tabla un segundo para que no se cayese y se agachó un segundo a la caja de herramientas, de la que cogió apenas cuatro clavos que introdujo cuidadosamente en su garganta (Shikomishindan).

Luego solo tendría que colocar la tabla en su sitio y alinearla, soltarla un segundo con una mano, apuntar y disparar.

Disparó un total de cuatro clavos, con cuidado y precisión. Dos en medio a cada costado, y otros dos detrás. Si todo salía bien, solo tenía que martillear para terminar de fijarlos.

Si todo salía bien, ya solo le quedaría ver cómo fijaba la parte de arriba.
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#28
En un increible despliegue de habilidad con armas arrojadizas y una garganta sorprendentemente profunda, Toshio fue capaz de clavar una tabla en una pared en una habitación de todo lo que quedaba por reparar, que era media ala de una mansión gargantuesca. Ahora que había colocado una tabla entera, le quedaban otras docenas de tablas que colocar.

Si seguía usando esa técnica no tardaría nada. Menos que nada. Porque moriría de agotamiento antes de poder acabar. A menos que hiciese descansos entre tabla y tabla, claro. Esa era otra opción.

Si se asomaba más adelanta del pasillo que ahora estaba reparando, vería la escalera que le llevaría al siguiente piso y junto a ella varios montones más de tablas. Para el suelo del piso superior y las paredes de dicho piso.

Era el momento de hacer balance. ¿Qué era más cansado? ¿Dar golpes con el martillo o tragar y escupir clavos?
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#29
«Vaya, si ha quedado bien y todo».

Ahora que había puesto una tabla, Toshio se empezaba a dar cuenta de lo cansado que era poner unas tablas.

«Creo que la siguiente la pondré normal mientras recargo chakra».

Viéndolo como un plan lógico, el chico tomó otra tabla e intentó colocarla en su sitio, a la vieja usanza.
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#30
Intercalando escupir clavos y usar el metodo estandar, Toshio fue avanzando en sus reparaciones. Tenía la fuerza para levantar y colocar tablones sin problema y la destreza para aguantarlos y maniobrar con los clavos y el martillo, pero el aguante para mantener el ritmo durante horas igual le flaqueaba.

Aparte de las veces que tuvo que parar a tomarse un respiro, cuando pasaron unas cuantas horas y por fin había acabado las paredes del piso inferior, tuvo que hacer un descanso corto.

Fue entonces cuando escuchó pasos del pasillo. Para cuando se dio cuenta, la mujer ya estaba al final del pasillo, donde había estado el montón de tablas que ya había puesto. Pudo ver que llevaba una bandeja con ella, donde había una generosa variedad de comida y bebida. También pudo verla a ella.

Vestía un cuidado kimono azul con arreglos florales que le llegaba hasta los tobillos y parecía tener distintas capas y una complejidad que lo hacia tan formal como impráctico. Su corta melena negra estaba recogida en un moño adornado con todo tipo de joyas. Su cara era más pálida de lo que Toshio recordaba, sus labios más rojos y sus ojos tenían una extraña sombra alrededor. Todo sutil, pero visible.

Los ojos negros de la muchacha se posaron en el pelirrojo y se paró en el sitio. Tardó exactamente tres segundos desde que vio a Toshio en soltar la bandeja. No sobre una mesa ni sobre el suelo, sino ahí, de pie, a un metro del suelo. La bandeja cayó y Kinumi ni se inmutó, solo dijo:

T-Toshio...

Y se dio media vuelta para salir corriendo, todo lo rápido que podía con la vestimenta más tradicional del mundo.
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